ATENTOS vamos a Correr livianos: 1Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, 2puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios. Hebreos 12.1–2 (RVR60) Por tanto, puesto que tenemos en derredor nuestro tan gran nube de testigos, despojémonos también de todo peso y del pecado que tan fácilmente nos envuelve, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante. Hebreos 12.1 (LBLA) La analogía que está usando el autor de Hebreos para ayudarnos a entender las dinámicas de la vida cristiana, es la de una maratón, una carrera excesivamente larga que tiene una distancia de unos 42 km. Deja varias recomendaciones acerca de cuál es la forma en que mejor se puede correr esta carrera. Hay una exhortación a despojarnos «de todo peso». Los corredores profesionales corren con un mínimo de peso. Su ropa es de material ultraliviano. En la antigua Grecia, los corredores corrían desnudos. Cuando Cristo le dio instrucciones a los discípulos, antes de enviarles a predicar de dos en dos, también les exhortó a que viajen livianos: «No llevéis oro, ni plata, ni cobre en vuestros cintos; ni alforja para el camino, ni dos túnicas, ni calzado, ni bordón, porque el obrero es digno de su alimento» (Mt 10.9–10). Los desanimó a la tendencia natural del hombre de auto - asegurarse, con la acumulación de cosas, su bienestar personal. En su lugar, les dijo que debían llevar poco para el viaje y confiar en que el buen Padre celestial proveería en el camino todo lo necesario para sustentarlos. El obrero sabio sabe distinguir las cosas necesarias para su vida cristiana y ministerio, y las cosas que son importantes y las que Dios nos indica hacer como iglesia pero que, eventualmente, serán un estorbo. Con el ojo puesto siempre en la meta, será disciplinado en mantenerse libre de todo lo que lo atrape innecesariamente.
El desafío aquí no está en escoger entre lo bueno y lo malo,pues ya estamos dentro del pueblo y se supone que ya escogimos lo bueno , ahora es entre lo necesario y lo innecesario. Algo bueno, puede ser innecesario para el cumplimiento de nuestra vocación, tornándose un peso extra que nos estorbará en la carrera. ATENTOS : Libres del pecado que nos asedia Deja varias recomendaciones acerca de cuál es la forma en que mejor se puede correr esta carrera. En texto queremos concentrarnos en la exhortación a despojarnos «del pecado que tan fácilmente nos envuelve». La clave del primero está en la palabra «fácilmente». El pecado, en su esencia, está basado en sutiles distorsiones de la Palabra de Dios, no en groseras manifestaciones que abiertamente contradicen su Verdad. · Observe con cuánta sutileza el enemigo dialogó con Eva, para crear en ella primero confusión, y luego plantar la semilla de la duda en cuanto a la bondad de Dios. · Note con cuánta sutileza el enemigo se enfrentó al Hijo de Dios en el desierto, aun llegó a citar el texto de los salmos para hacerle tropezar. Es por esta característica del pecado que tantas veces quedamos atrapados en actitudes y pensamientos que deshonran al Dios que amamos. El segundo concepto clave se encuentra en la frase «que nos envuelve». La palabra que el autor escoge en el griego nos presenta la idea de algo que entorpece al corredor, un obstáculo que le ofrece resistencia, no importa en qué dirección quiera moverse. Es como si uno quisiera correr envuelto en una sábana. Esta es una buena descripción de los efectos del pecado sobre nuestra vida. Cuando permitimos que el pecado nos envuelva, este entorpece cada una de las áreas de nuestra vida: · Nuestras emociones se vuelven amargas o tristes. · Nuestros pensamientos se tornan llenos de condenación y crítica. · Nuestra perspectiva se tiñe de pesimismo. · Nuestra visión se nubla y vemos todo como problemático. · Nuestras palabras se convierten en instrumentos para lastimar y destruir. · Sobre todas las cosas, nuestra relación con Dios se ve dramáticamente afectada. Escuche la confesión del salmista: «Mientras callé, se envejecieron mis huesos en mi gemir todo el día, porque de día y de noche se agravó sobre mí tu mano; se volvió mi verdor en sequedades de verano» (Sal 32.3–4). Pacientes hasta el fin Es el apóstol Santiago el que nos anima a tener gozo en medio de las dificultades, sabiendo que uno de los resultados más importantes de este trato especial de Dios es que lleguemos a tener paciencia. ¡Y qué cualidad tan importante es esta virtud! · Por falta de paciencia Abraham engendró un hijo con Hagar. · · Por falta de paciencia, Moisés mató al egipcio y debió huir al desierto. · Por falta de paciencia, Pablo descartó al joven Marcos. La maratón es una de las pocas disciplinas donde no ser joven es una definitiva ventaja. Los grandes corredores a nivel mundial, no son los atletas de 18 o 20 años, como lo pueden ser en otros deportes. La edad promedio de los campeones está más cerca de los 35 años. ¿Por qué? Porque el joven carece de ese elemento que es indispensable para correr una carrera de larga distancia: el saber medirse y llevar el ritmo necesario para llegar a la meta. La carrera, dura varias horas, y nadie podrá completarla si no lleva el ritmo adecuado. Encontramos una lección importante en este aspecto de la analogía. · En la vida hay muchas personas que comienzan su experiencia espiritual con gran fuego y pasión. En poco tiempo se elevan a alturas poco frecuentes en otros de más experiencia. · Se deslumbran con lo atrevido de su recorrido. Pocos, sin embargo, pueden mantener este ritmo por largo tiempo. La mayoría, cae de la misma manera que subieron: estrepitosamente. El líder maduro sabe que la carrera es larga. No se siente intimidado por otros que en poco tiempo parecen avanzar mucho más en la vida cristiana. El premio no es para los que salen con grandes despliegues de energía, sino para aquellos que, con un ritmo pausado pero constante, llegan a cruzar la meta final. Impóngale a su vida ministerial un ritmo seguro, cuidando sus recursos, porque en el momento de mayor cansancio va a necesitar de las reservas que no gastó cuando se sentía con toda la energía y la pasión de los que recién inician la carrera. Conclusión: Como ministros no podemos descuidar ni un instante la permanente tendencia de nuestra humanidad a dejarse seducir por el pecado. En esta área de nuestra vida espiritual debemos estar en guardia siempre. Bien dijo Pedro que «vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar» (1 P 5.8). San Agustín, alguna vez observó: «La paciencia es la compañera de la sabiduría». Los apurados rara vez tienen tiempo para aprender las lecciones necesarias para el éxito. ¿Qué cosas producen en usted impaciencia? ¿Qué reacciones afloran en situaciones donde le falta paciencia? ¿Cómo puede hacer para crecer en paciencia?
1 Comentario
Alfredo
11/2/2017 09:04:25 pm
Muy bueno
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