“Yo soy tu Dios que te esfuerzo.” Isaías 41:10.
1. Cuando somos llamados a servir o a sufrir, hacemos un inventario de nuestras fuerzas,
· descubrimos que nuestras fuerzas son menores de lo que pensábamos,
· descubrimos que nuestras fuerzas menores de las que requerimos.
· Dios tiene una fuerza omnipotente y Él NOS promete y DA esa fuerza,
· Él será el alimento para nuestras almas, y la salud de nuestros corazones; y así, Él nos dará fortaleza.
No se puede saber cuánto poder pondrá Dios en un hombre pero cuando la fortaleza divina viene, la debilidad humana ya no es más un obstáculo.
¿No recordamos épocas de trabajos y pruebas en las que recibimos tal fortaleza especial que nos sorprendimos de nosotros mismos?
· En medio del peligro conservamos la calma,
· ante la pérdida de somos acompañados por El
· ante la calumnia poseíamos dominio propio,
· y en la enfermedad seremos pacientes.
2. El hecho es que Dios provee una fortaleza inesperada cuando nos sobrevienen pruebas inusuales. Nos levantamos por encima de nuestra débil naturaleza.
· Los cobardes hacen papeles de hombres,
· los insensatos reciben sabiduría,
· y a los silenciosos les es dado en el preciso instante lo que han de hablar.
Mi propia debilidad hace que me acobarde, pero la promesa de Dios me vuelve valeroso. Señor, fortaléceme “conforme a Tu dicho.”
3. El prometió ayuda permanente. Isaías 41:10.
· Su ayuda es permanente: “Siempre te ayudaré.”
· Su ayuda es oportuna: es nuestro pronto auxilio en las tribulaciones.
· Su ayuda es muy sabia: Él sabe cómo dar a cada hombre una ayuda idónea y adecuada para él.
· Su ayuda es sumamente eficaz; en cambio la ayuda del hombre es vana.
· Su ayuda es más que ayuda, pues Él soporta toda la carga, y suministra toda la ayuda. “El Señor es mi ayudador; no temeré lo que me pueda hacer el hombre.”
Isaías 40:29-31 29El da esfuerzo al cansado, y multiplica las fuerzas al que no tiene ningunas. 30Los muchachos se fatigan y se cansan, los jóvenes flaquean y caen; 31pero los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán.
Conclusión:
Debido a que Él ya ha sido nuestra ayuda cuando vivimos en su voluntad , tenemos confianza en Él para el presente y para el futuro.
Nuestra oración es: “Jehová, sé tú mi ayudador.”
Nuestra experiencia es: “el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad.”
Nuestra esperanza es: “Alzaré mis ojos a los montes; ¿de dónde vendrá mi socorro?”
Y nuestro cántico pronto será: “Tú, Jehová, me ayudaste.”
Confiemos como dice en Isaías 42:16 "Y guiaré a los ciegos por camino que no sabían, les haré andar por sendas que no habían conocido; delante de ellos cambiaré las tinieblas en luz, y lo escabroso en llanura. Estas cosas les haré, y no los desampararé.