"De modo que si alguno esta en Cristo nueva criatura es, las cosas viejas pasaron, he aqui todas son hechas nuevas" 2 Corintios 5:17
I. TIENE QUE CAER EN LA TIERRA Y MORIR.
Cualquier semilla tiene que morir para producir una planta.
Necesitamos hacer la decisión de ser zambullidos en el espíritu para poder entender las cosas que vienen del espíritu.
A. La semilla se siembra en tierra, se corrompe, no se ve; parece que se acaba, MURIO.
B. Pero hay una maravillosa vida nueva que brota de la semilla muerta como nos explica Marcos 4:27-28 "la semilla brota y crece sin que sepamos cómo, porque de suyo lleva fruto la tierra, primero la hierba, luego espiga, después grano lleno en la espiga".
II. CRISTO TUVO QUE MORIR
A. El vino al mundo para dar Su vida (Juan 10:17) "pongo mi vida, para volverla a tomar de forma de que la ley de Moisés se cumpliera en los Profetas y los Salmos, para poder redimirnos (2 Pedro 1:18), para comprar su iglesia (Hechos 20:28), para llevar muchos hijos a la gloria. (Hebreos 2:10)
III. DEBEMOS CAER Y MORIR FIGURADAMENTE TAMBIEN
Al nosotros venir y rendirnos Cristo, Aquel que venció la muerte y la oscuridad para traernos Luz, podemos exclamar "donde está oh muerte tu aguijón?, y donde oh sepulcro tu victoria? 1 Corintios 5:55 Le damos muerte al pecado y la carne para resucitar a la luz de Cristo y a VIDA.
Levítico 11:37 "y si cayere algo de los cadáveres sobre alguna semilla que se haya sembrado, será limpia". La semilla cuando se seca está libre de contaminación, aunque fuere tocada por una cosa inmunda. De la misma manera, tú joven, cuando mueres al YO, naces en Cristo y NADA TE PUEDE CONTAMINAR.
Conclusión: Debemos caer en la tierra y morir no solo por nosotros mismos, sino por nuestras familias, por las próximas generaciones, por la iglesia, por los perdidos, por la ciudad, por la nación. Y una vez que la luz y la vida de Cristo haya venido a nosotros:
- No hay mayor satisfacción que derramarnos en su presencia dejándonos inundar por su ternura, sintiendo como sus brazos nos rodean y acarician nuestro corazón.
- No hay nada inigualable en este mundo, nada que se pueda comparar con su gloria, poder estar cada día con El y sentir su aroma metiéndose en las fibras más íntimas de nuestro ser, donde las cargas desaparecen y los gigantes quedan reducidos a nada.